sábado, 2 de junio de 2018



ETIOPATOGENIA
 
Al igual que ocurre con el resto de los trastornos psiquiátricos, el origen causal de los trastornos de la personalidad permanece aún ampliamente desconocido.
 
Desde antiguo, el concepto de personalidad se repartía entre los términos temperamento y carácter. Temperamento hacía referencia a aquella parte de la personalidad relacionada con los aspectos biológicos, hereditarios y constitucionales del individuo y estaba relacionado con aspectos de la personalidad de tipo motor (activación/inhibición). El término carácter se reservaba para la fracción de la personalidad de origen educacional y ambiental y se refería a aspectos relacionados con las peculiaridades perceptivas, emocionales, de pensamiento y de atribución de significado.
 
En las últimas décadas, de predominio psicoanalítico dentro de la Psiquiatría, la patología de la personalidad fue considerada la patología de origen educacional por excelencia, a diferencia de los trastornos neuróticos y psicóticos en los que podrían existir componentes heredobiológicos claros. Sin embargo, los hallazgos de los últimos años no han encontrado evidencias de ello. Si bien los datos disponibles actualmente que demuestran un papel genético son pocos, son menos aún los que demuestran un origen ambiental.
 





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A) FACTORES GENÉTICOS 

 
Diversos estudios han demostrado que algunas dimensiones básicas de la personalidad tienen un marcado componente hereditario. Así, el rasgo neuroticismo es en un 55% heredable y el rasgo extroversión lo es en un 50% (1). En gemelos monocigóticos, la correlación entre las diferentes escales del MMPI es significativamente mayor que en gemelos dicigóticos, especialmente en la escala de introversión social.
 
En los estudios categoriales, existen datos que indican que la concordancia para los trastornos de la personalidad del DSM-III es mayor para los gemelos monocigóticos que para los dicigóticos (2). En el mismo sentido, los estudios daneses de adopción encontraron que la prevalencia de trastornos de personalidad del grupo A (esquizoide y paranoide) es mayor en los niños con familiares biológicos esquizofrénicos pero no en los adoptados por padres esquizofrénicos (3). Ambos hallazgos sugieren un papel dominante para la transmisión genética sobre la transmisión ambiental. Algo parecido ocurre para el trastorno antisocial de la personalidad, que incide con mayor frecuencia en los hijos biológicos de padres antisociales (adoptados por otras familias), pero no en los niños con padres adoptivos antisociales. El trastorno antisocial en varones aparece relacionado con la aparición de trastorno por somatización en mujeres de la misma familia y con la presencia de alcoholismo familiar, sospechándose que pudieran tener un origen genético común.
 
 
B) FACTORES CONSTITUCIONALES Y BIOLÓGICOS




A principios de siglo, Kretschmer proponía la existencia de una relación entre el biotipo corporal y las características de la personalidad, dividiendo los individuos en esquizotímicos (biotipo leptosómico), ciclotímicos (biotipo pícnico) y enequéticos (biotipo atlético). Una relación tan clara no ha podido ser demostrada con los años, pero una serie de datos permiten sospechar que las características de la personalidad más temperamentales (de asiento constitucional) se mantienen en la edad adulta (4).
 
Las alteraciones neurológicas en la etapa infantil, incluyendo los estados postencefalíticos y la epilepsia temporal influyen en la aparición y en la gravedad de los trastornos de la personalidad. Junto a ello, los pacientes con trastorno por inestabilidad emocional de la personalidad, presentan con frecuencia signos neurológicos menores, que delatan la presencia de anomalías constitucionales específicas (5). Se han encontrado también anomalías electroencefalográficas en los pacientes impulsivos a la vez que una disminución en la amplitud de los potenciales evocados (6).
 
Se han descrito diversas alteraciones de tipo neuroquímico en relación no tanto con trastornos sino con rasgos de personalidad. La impulsividad está asociada a un déficit de la función serotoninérgica cerebral, manifestada por bajos niveles raquídeos del ácido 5-Hidroxiindolacético (5-HIAA) y por respuestas disminuidas de prolactina a los agonistas serotoninérgicos en los individuos impulsivos (7). Una disminución de la MAO plaquetaria está asociada tanto a la impulsividad como al rasgo exploratorio y la necesidad de excitación (8). La inestabilidad afectiva podría estar en relación con alteraciones de la función noradrenérgica y las peculiaridades cognitivas de los pacientes del grupo I del DSM IV podrían asociarse a disfunciones dopaminérgicas (9).
 
 
C) FACTORES AMBIENTALES



El sentido común y el dominio del psicoanálisis llevaron a pensar que los factores ambientales deberian tener un papel dominante en el origen de los trastornos de la personalidad. Sin embargo, los estudios prospectivos realizados no han podido demostrar que las experiencias infantiles sean determinantes, en particular aquellas que se consideraban cruciales, como la falta de lactancia, el control de esfínteres, la presencia de onicofagia y otras. Sin embargo, sí parece existir una relación, de tipo inespecífico, entre la presencia de trastornos de la personalidad y la calidad de las relaciones padres-hijos en la infancia (3).
 
En los últimos años, algunos autores psicoanalíticos han hecho hincapié en el papel de las relaciones objetales tempranas en el desarrollo de trastornos del carácter. Los individuos con trastorno de la personalidad tienen relaciones inestables con los otros y con frecuencia alteran las representaciones de los mismos y maniobran con los sentimientos ligados a ellas.
 
Para los autores más conductistas, los trastornos de la personalidad constituyen fundamentalmente alteraciones en el aprendizaje y la respuesta a los refuerzos sociales. Las teorías cognitivas inciden en la distorsión de los esquemas del "self" y del mundo que dominan la actividad psíquica de los trastornos de la personalidad.
 
 
D) FACTORES CULTURALES
 



La cultura moldea sin duda la expresión conductual de los trastornos de la personalidad. Asi por ejemplo, mientras que en Dinamarca las tasas de autoagresión y suicidio son elevadas, en otras sociedades del Africa occidental predomina claramente la heteroagresión y el homicidio como expresión de la ira, demostrando la existencia de patrones culturales en lo referente a la atribución de los locus de control y responsabilización (5). Es posible que los trastornos de la personalidad reflejen un desacoplamiento entre las características temperamentales internas y la acción educativa-cultural recibida.
 
 

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