Los recientes avances en la comprensión de los procesos de lenguaje han propiciado la aparición de una nueva generación de terapia cognitivo conductual: las terapias contextuales. Entre ellas destaca la terapia de aceptación y compromiso que permite incorporar, desde una filosofía pragmática, técnicas eficaces desarrolladas por otras orientaciones a su abordaje totalmente cognitivo conductual. Así, planteamientos conductuales de aspectos como el yo, el vínculo, la regulación emocional, etc. permiten utilizar desde un punto de vista conductual la terapia de la mentalización, la espiritualidad, la compasión, el perdón, etc. dotando al profesional de herramientas potentes para abordar los trastornos de personalidad.
Un problema psicológico se define como de personalidad cuando tiene dos características: que afecta a la mayoría de los campos en los que la persona se desenvuelve: laboral, personal, etc. y se da con una larga trayectoria en el tiempo.
Los problemas vinculares, surgidos en las relaciones con los progenitores y mantenidos en las relaciones íntimas, están presentes en muchos de los trastornos de personalidad y, en general, las relaciones personales están muy afectadas.
El proceso de mentalización es fundamental para nuestras relaciones personales, ya que se refiere a cómo experimentamos y entendemos nuestras relaciones con los demás y aborda cómo interpretamos nuestros pensamientos, deseos, sensaciones, sentimientos y emociones y los de los demás. Por ello, nos aportará un conocimiento importante para el tratamiento de estos trastornos.
EJEMPLOS
Trastorno narcisista de personalidad
Corresponde a una mentalización propia bien desarrollada; pero una comprensión muy limitada de los demás.
Trastorno de personalidad antisocial
Nos encontramos personas capaces de conocer los estados internos de los otros, incluso hasta poderlos manipular.
Trastorno límite de personalidad,
Los pacientes tienen problemas de mentalización surgidos en las relaciones vinculares y se caracterizan por su falta de regulación emocional y de control de sus impulsos.
Trastorno paranoide de personalidad
Interpretan, por ejemplo, a otras personas como más malvadas de lo que realmente son, y a sí mismas como más vulnerables a una conspiración que lo que ocurre en realidad.